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November 14, 2018Todos conocemos el dicho sobre la empresa familiar, aquel que dice el abuelo emprende, el hijo expande y el nieto arruina, o lo que es lo mismo, el llamado síndrome de la tercera generación. Y es que, en la empresa familiar, uno de los mayores desafíos suele ser el relevo generacional.
En general, las empresas familiares, buscan que el negocio pase de generación en generación, que los valores de la familia formen parte de la empresa y que los descendientes se hagan cargo de ella en su momento, pero esto no siempre es posible.
Según Trinidad Bernal, directora técnica de la Fundación Atyme y con más de 25 años de experiencia en mediación, “dirigir esas expectativas de traspaso generacional de forma rígida puede causar dificultades a la empresa y a la familia”. Y esa rigidez se observa, por ejemplo, cuando no se respetan los intereses del hijo o se persiste en ideas equivocadas, como la de que sea el hijo mayor el que tome las riendas del negocio, cuando pueden existir otros hijos o hijas con características más idóneas para el puesto.
En algunas ocasiones, el conflico surge por diferentes maneras de entender la marcha de la empresa. “Es muy frecuente que exista un choque –asegura Bernal– entre la experiencia de los mayores sin formación y la inexperiencia de los hijos jóvenes con formación especializada, produciéndose en este caso un choque de percepciones diferentes sobre por dónde debe caminar la empresa”.
Lo mejor, adelantarse a los conflictos
A menudo, estas situaciones dan lugar a malentendidos, a cierta falta de comunicación entre los miembros de la familia y a desemparejar razón y emoción. Por eso resulta vital, en opinión de Bernal, anticiparse a las situaciones conflictivas: “conocer los problemas que pueden surgir en la empresa familiar y trabajar de manera preventiva, fomentando un ambiente propicio para el diálogo y estableciendo unas reglas que guíen la comunicación y los comportamientos de sus miembros”.
No obstante, cuando surgen los conflictos en la empresa familiar, la mediación se releva como herramienta muy útil para trabajar las diferencias que puedan surgir. “Mediante un buen encaje entre razón y emoción que proporcione un adecuado desarrollo de ambas, la mediación –apunta la directora técnica de la Fundación Atyme– posibilita el menatenimiento de las relaciones familiares y facilita la continuidad de la empresa”.
Otra forma de trabajar
La mediación no permite que uno gane a expensas del otro, ni está basado en quién tiene razón o quién está equivocado, de ahí su éxito. “La interacción se basa en comprender a las personas, no en juzgarlas; en admitir la propia responsabilidad en el conflicto y encontrar una salida que satisfaga a ambas partes y que no esté basada en la razón o la verdad, explica Bernal.
Si las emociones de las personas que están en conflicto les hacen centrarse en el pasado, en lo negativo y en lo imposible, en el proceso mediador tratamos de cambiar esta situación haciendo que las partes se centren en el presente, en lo positivo y en lo posible mediante la disminución de la intensidad emocional, la mejora en la comunicación y los cambios en la menra de comprender el punto de vista del otro.
En la empresa familiar, las principales características que configuran la mediación, son especialmente beneficiosos; al resolver los conflictos de manera pacífica, se mantienen las relaciones entre los miembros de la familia y se evita el litigio y la duración del conflicto, con lo que disminuyen las pérdidas económicas y emocionales que todo conflicto lleva aparejado. Además, la mediación se basa en la participación y la privacidad, lo que sin duda beneficia tanto a la empresa como a la familia.
Fuente: Capital Madrid