6 Principios Internacionales de Conducta en las Redes Sociales
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August 20, 2014En estos días todos queremos hacer nuestro aporte en cuanto a la evaluación, análisis y actualización del actual régimen laboral dominicano, toda vez que es regido por una Ley que necesita ser revisada, en la media en que esta refleja y se adapta a los nuevos retos y realidades de nuestra sociedad. En esta ocasión, me limitare a analizar brevemente un tema muy particular, que si bien es el más sonado, quizás sea también el más intrincado.
Cuando se habla de cesantía, por alguna razón quizás propia de la mezquindad y el egoísmo del ser humano, tanto el sector que dice “representar” a los patrones como los que dicen “representar” a los trabajadores, entienden que las cosas deben ser todas blancas o todas negras. Sin embrago, para los trabajadores resulta muy fácil demandar que se les paguen sus retribuciones sólo con hacer su trabajo, sin correr absolutamente ningún tipo de riesgo y, peor aún, en ocasiones convirtiéndose en una carga para el empleador. Por el otro lado, el empleador siempre querrá maximizar sus beneficios (como todo ser humano, incluyendo a los trabajadores), sin quizás darle la importancia a la estabilidad financiera que merecen algunos trabajadores y la necesidad que tiene todo ser humano de vivir dignamente. Específicamente aquellos que se interesan por hacer un buen trabajo y por superarse constantemente. Digo algunos, porque es conocido para todos que muchas personas realizan sus labores como para salir del paso, sin un sentido de responsabilidad, restándole importancia a lo que esto significa para su empleador y el impacto que ello pudiera tener en el negocio que precisamente le paga su salario. Esta ha sido la actitud de muchas personas que se limitan a realizar el mínimo esfuerzo, solo para mantener su estatus actual, con lo cual no tengo ningún problema. Sin embargo, debemos tener bien claro que estas personas deben estar igualmente preparadas para las consecuencias de su mínimo esfuerzo.
Este tipo de trabajadores no tienen interés en mejorar su calidad de vida a base de esfuerzo y sacrificio. Están confiados en que las cosas llegan solas y que si no llegan, pues así Dios lo quiso. Es precisamente este tipo de personas que, aunque no predominen en el sector laboral, representan un segmento importante que generalmente se convierte en un dolor de cabeza para el empleador, pues se escudan en el pago de sus prestaciones o le dan mérito a tener “antigüedad” en una institución, sin siquiera detenerse a pensar cuales han sido sus aportes a la misma, más allá del tiempo invertido o mejor dicho, transcurrido.
La Antigüedad es precisamente una palabra que ha venido cayendo en desuso en el sector laboral, siendo reemplazada cada vez más por el Desempeño. Este cambio no se ha dado meramente por una razón lógica, sino porque ofrece una retribución proporcional al que hace un mejor esfuerzo. Incentiva la competencia y por ende la competitividad. Después de todo, debemos entender que el objetivo principal de un negocio no es solo ser rentable, sino mantenerse siempre en una tendencia de mejoría y eficiencia, motivando a los trabajadores a dar lo mejor de sí.
La cesantía no es para lo que la han querido disfrazar ahora, como una herramienta para asegurarle al trabajador que sus años servidos y la juventud que entregó a su trabajo está asegurada ¡En lo absoluto! La cesantía no es un seguro, no es una pensión, no es un bono y definitivamente de ninguna manera debe ser un obstáculo. Tal y como lo indica su nombre, esta se creó específicamente para cuando el trabajador esta cesante; es decir, que no tiene empleo. Debemos verla como un colchón que le permite al trabajador subsistir, por un tiempo razonable, hasta tanto consiga un nuevo empleo. Por sus años de servicio todo trabajador recibe un salario, que es justamente la compensación retribuida por el empleador para compensarle por el trabajo realizado. Al menos eso fue lo que se acordó, de buena fe, cuando se le dio inicio a la relación laboral.
De cierta manera todos deberíamos ponernos en la posición del empleador que es, sin lugar a dudas, el emprendedor que corre el mayor riesgo al invertir en un negocio, sea grande o pequeño. Es quien genera la mano de obra. Es quien, de manera indirecta, aporta para reducir los niveles de desempleo y de algún modo coopera con ciertas personas para que estas puedan poner el pan en su mesa todos los días. ¿Qué sucede cuando este sector patronal se ve ante la difícil situación de reemplazar a uno de sus trabajadores, de aquellos que gozan de “antigüedad”, pero que lamentablemente no tiene el interés de seguir haciendo su trabajo de una manera aceptable o que simplemente prefiere quedarse en su zona de confort y aplica la ley del mínimo esfuerzo? ¿Qué rol juega la cesantía en este caso para cada una de las partes?
Para el trabajador, como mencionamos anteriormente, la cesantía se convierte en un escudo que, en ocasiones, puede llegar a fomentar la mediocridad. Todos hemos escuchado innumerables veces a alguien decir: “¡es más, que me boten!” Precisamente este tipo de trabajadores es el que, en lugar de hacer un esfuerzo por arrojar mejores resultados, termina siendo un obstáculo para que el empleador pueda reemplazarlo por una persona que verdaderamente necesite y aprecie ese empleo. No podemos decir que es la generalidad de los casos, pero cuando se presentan casos como este (solo por poner un ejemplo), ¿Qué rol juega la cesantía?
Para el empleador, significa que debe de disponer de una cantidad significativa de dinero, para poder remediar un problema que no tiene otra solución más que el desahucio. Muchas veces, estos casos llegan a ser tan importantes para un negocio, que podemos presenciar cómo algunos pequeños o medianos empresarios pudieran verse en una situación que comprometa la estabilidad del negocio, solo por una persona que no sabe, puede o quiere ser más productiva. Esto de igual manera impide que otra persona en el mercado, que pudiera hacer un mejor trabajo que el actual incúmbete, pueda ser contratada y por ende, mejorar sus ingresos. Es decir que se convierte por igual en un obstáculo para los trabajadores emergentes.
Si seguimos pretendiendo que la cesantía ha sido una conquista, estamos con ello alimentando la ignorancia de aquellos que quieren convertir todo escenario en una guerra y que, en ocasiones, no buscan más que protagonismo. Si hay una conquista, significa que también hay una derrota y así no debe ser. Todo aquel que piensa que la cesantía es una conquista, sin duda nunca ha sido empleador y, muy probablemente, nunca reúna las condiciones ni competencias para serlo. En este tipo de negociaciones ambas partes deben de salir ganando.
Tampoco podemos dejarnos llevar por aquellos representantes del sector patronal cuyas únicas aspiraciones son las de mercadear a los trabajadores como si fueran esclavos, cuya dignidad, estabilidad y familia no tienen importancia. Que crean la mayoría de sus puestos de trabajo en base al salario mínimo.
Esta revisión a nuestro Código de Trabajo debe buscar un verdadero balance que resulte en reglas claras y eficientes, orientadas únicamente a regular la realidad de nuestro mercado laboral con la buena fe que debe caracterizar toda relación de trabajo. En mi humilde opinión, dicho balance se puede buscar perfectamente poniéndole un tope a la cesantía, pero un tope que sea justo y que refleje la realidad del mercado laboral. Un tope que le de a un trabajador con “arraigo laboral” (me parece injusto traducir Seniority, por Antigüedad, pues una conlleva esfuerzo y experiencia y la otra meramente tiempo), una verdadera oportunidad de conseguir un trabajo digno y que durante ese tiempo que esta cesante, pueda poner el pan en la mesa, vivir dignamente y conciliar el sueño diario. Países hay de sobra que nos pueden aportar su obra y experiencia, solo basta que nos encaminemos a buscar un punto medio. Algo que sea justo y que responda a la necesidad para la cual se está creando. Algo que no sea una conquista, si no el producto de un verdadero entendimiento de personas adultas, que lo único que procuran es establecer reglas claras y de beneficio mutuo, para una sociedad más justa.